Tretas al corazón


En la premura de un torrente sin razón aparente, va explotando la pasión sin mañana que nos arrastra sin lugar a dar vuelta atrás.

En un sin número de finitudes, con todo el presente en las manos, con sed en los labios, con la piel encendida en un millón de estrellas fugaces, cómo si no importa el tiempo, cómo sin futuro, cómo por primera vez sin historia, las horas parecían pocas, los segundos se consumían cómo ceniza que busca afanosamente ser de nuevo madera, dejándolo todo y  al tiempo sin dar nada, fugaz largo momento, entrega intacta, despojó sin aliento, tretas del corazón, fuimos lo que debía ser el infinito pero sin vender el alma...

Extraño era el sentimiento que nos cubría, no es culpa ni temor, no es futuro, más bien no es nada, pero esa nada que se presta, que se embarga.

Las mariposas siempre vuelan en mi alma pero hoy parecen ahuyentadas por una extraña sensación de humanidad, nada estuvo mal, todo era correcto, todo estaba en su lugar, puedo decir que estábamos tan presentes, tan demasiado presentes que no pensábamos más allá del peso de nuestros propios cuerpos, fuimos más sinceros y más naturales que cualquier cuento de hadas, pero es extraño conocer a alguien por el final...
Su retrato era el de una persona que tiene huellas del amor, que parece recordarlo en cada paso del contacto, no era cruel, era su inexplicable dulsura lo que más desconcertaba, rastros de amores eternos que acabaron, cubriendo de calor ajenas e imposibles soledades, manos que se entrecruzan con la fuerza de un huracán para no soltarse, con la curiosidad de un viajero, colonizando cada rincón de nuestra geografía personal, cómo sueño que se olvida al despertar, así nos unimos y así nos separamos, con un principio que se pinta de final, como un candado que conjura su llave perdida, así nos fuimos de sí, así nos abandonamos sin habernos si quiera encontrado.

Corto circuito en el alma, saberse tan vivo sin tenerse de la mano.

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