El día que decidí no escribir más.

Al final es la lluvia quién me acompaño a casa, la luna le hacía camino como guiada a tientas, entrando a escondidas a una casa situada dentro de mi pero desconocida en el tiempo…

Una canción sonó cuando se prendieron las luces de la ciudad y la memoria revolcó todo a su paso buscando una aguja para coser historias que el corazón abandonó…

Como el cajón de sanalejo la mesita de noche se convirtió en un desorden escondido… pase por alto la mirada en el caos y ahora que necesito sellar las páginas sin encuadernar, me pincho las manos de buscar…

Todas las esquinas parecen dejar agujeros, menos esa arma que arma y que necesito encontrar…
Cosquillas en el presente y vacíos en el futuro… ganas de ser eterna un día… miedo de hacerte reír… miedo de hacerte llorar…

Un carrusel de subidas y caídas me acompaña, quisiera visitarte un día… pero mis pies han divagado mucho por la lluvia, levitar sobre tus manos sería una mejor opción para no embargar tu casa.
Pero no logro ahuyentar el nudo, no logro escapar de la sombra en este medio día, la lluvia deshace algunos papeles vacíos…

El brillo de los principios se ha opacado por la intrínseca confirmación de que existió un fin y que algo eterno al mismo tiempo término.

Miles de explosiones duermen en los rezagos del talvez…
Es algo tarde para elegir, tomaré un poco de mi tiempo para mimetizarme en el sueño… hoy decido no escribir despierta y dormir en la luz del día para respirar.

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