Conmoción




Vagas por el mundo, ruedas como ruedan las piedras por los riscos, ambicionas, exploras, solo peregrinas. Tal vez no sea una respuesta, quizá ni siquiera tengas una pregunta, solo sigues a tus mismos pasos. ¿Qué habrá después del horizonte?, tal vez sea el instinto colonizador, quizá solo el romanticismo inhibido o tal vez solo nos sentimos perdidos. Caminamos, corremos, escalamos, volamos y aun nuestros ojos tienen sed de más, puede que lo visto sea según nuestra ilusión fácilmente superable ¿Cuál es la tierra prometida?, de pronto el camino es fácilmente superable y puede que digerir la normalidad sea demasiado fácil. Nuestra piel palidece si no es tocada por la infinita luz, caminamos buscando el anhelo de la insurrección, los pies no quieren congelarse, tan solo se cansan, los brazos se deslizan recalcitrantemente suaves por el aire y aun seguimos intactos. Caminamos entre la sed y la angustia, el corazón vagabundo incompleto emprende una búsqueda constante. ¿Dónde radica el impulso?, ¿A dónde llegaremos?, ¿será que en la quietud los arboles tienen todo lo que quieren? Peinados por la brisa no temen como nosotros anochecer en el mismo sitio, ¿quietud o sosiego?, ¿letargo o paz?, ¿conmoción o equilibrio? Tal vez ellos si estén completos… entonces rememoro los momentos en que me detuve, los instantes en que la pesquisa parecía culminar, mis pies se detenían sin embargo no era la fatiga quien llevaba la soberanía, no eran siquiera los mandatos de la razón. Tal vez por un momento fui árbol… Mi cuerpo alborotado por las ráfagas de viento parecía ser mas fuerte, el pulso agitado de las carreras pasadas se mezclaba con la quietud, como el cuerpo y el alma lo hacían, uno no obraba y sin embargo las raíces del otro se aferraban arraigándose en aquel instante. El verde corría por doquier, no temía cerrar los ojos porque sabía bien que tenia un lugar, las nubes estaban más cercanas, no obstante el sol inundaba la perspectiva, el canto de los mirlos era la mejor y la única compañía. La vista se podía detener porque todo cuanto veía era pura inmensidad, el campo se extendía y los sentidos también, la intensa brisa jugaba con ellos, les susurraba pequeños secretos desde el infinito, el viento era todas las respuestas que querían escuchar. Cada silbido, cada frio, cada caricia del cielo era un pago, la tierra gritaba su verdad, casi se vislumbraba la curvatura de la tierra en la sabana, la ciudad parecía un juguete ante la naturaleza que se erguía luminosa, todo lo daba, todo era un regalo, ningún discurso podría imitar esos colores, ningún pincel podía esbozar tal espacio, no hacia falta nada… La quietud era la única reacción de cuerpo, entre tanto el alma era flanqueada en todas direcciones, abrumada y elevada, la conmoción estaba hecha. Un temblor, una vibración retorna cuando el mundo nos es dado en su máxima expresión , no hay mas porque correr, ni mas por decir, todo cuanto requerimos nos es procurado. Allí, cundo somos un árbol, allí donde nos datemos, el momento completo, el lugar donde se quiere estar, allí donde el silencio solo puede significar. Algo…

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