Equilibrio en blanco

 


Escuchar solo lo probable, escribir sobre la pantalla, quedar libre después del trabajo y borrarse las vagas ideas...

Al tiempo calma, al tiempo vaga frecuencia que hace de mi espacio un raro lugar. 

Y no está mal hacer de nosotros un plácido blanco que transcurre por las horas calladas, pero el corazón que siempre ha latido millones de revoluciones por minuto se ha acostumbrado a transmitir por las calles mil mensajes que su alma se inventa... 

Pequeña alma que sigue construyendo su lugar seguro, nunca había estado tan alejada de todo ruido de todo, de todo consejo, de toda ilusión creada o de toda decepción supuesta, como si hubiera cambiado de estación y siguiera buscando dentro de las estaciones la canción que haga vibrar su momento.

Nunca habíamos estado tan cerca de nosotros mismos, nunca nos habíamos bastado lo suficiente, las letras, los dibujos, las canciones, todo siempre iba dictando miles de mensajes de variados colores, esta vez luego de mucho al fin no hay nada que distraiga de su propio amor... Y hay días que se calla su discurso, hay días que se agota la tinta del pincel, hay días que se va la voz.

Hay días que no existe una ocurrencia, hay días que no tenemos a quién contarle de las estrellas que que vimos, de los suspiros que sentimos, de los llantos que rompimos, hay días que somos todo cuanto tenemos en el espejo y esta bien... También esta bien estar de pie en la realidad. 

El concierto del equilibrio también debemos escuchar, no siempre estaremos rodeados de príncipes y brujas, ni de hadas ni de ninfas, seremos lo más fantástico que encontramos y ese concierto es el que debemos escuchar... 

Somos la ola y el mar, somos en el silencio también un cuento sin contar, somos poesía sin que salgan las letras y música sin que cantemos melodías, somos parte en el sutil compás, somos el discurso que no se nos ocurrió y los días que pasan, somos el amor que le dedicamos al cielo que desconocemos. 

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