Tú nombre pudo ser el mío




La fe en un corazón que se repara no se grita al final, porqué la vida es una constante moraleja que debemos enseñar, el mundo no es aquella cosa que se sitúa fuera de nosotros mismos, el fin son nuestros actos, la piel son los límites y las normas con las que nos cuidamos, sólo debemos sembrar de calidez los caminos que pisaran pies cansados y aveces heridos, podemos dar de nuestra esencia, pero no podemos caer primero para levantar otros sueños cortados después... Podemos dar la esperanza en una elección certera por el bien, y ése bien no es el ajeno, ese bien es el nuestro, es la vida que clama amor, es la vida que clama libertad, es la vida que te dice:  no estás sólo, está la belleza del mundo, están a tus pies la verdad y la justicia, está el poder de de decir “ya no más... Nunca más”, el amor se guardará en el ejemplo y el valor en un porvenir donde ya no existan más cicatrices por curar... Ni del que las sufre, ni de la sociedad que malcría errores anidados que nunca jamás deben seguir creciendo… la cura del mal existe, porque las lágrimas no germinan donde una vida no permite dejar ahogarse, una fuerza que renace, lúcida ante el cobijo de la familia y ecuánime frente a la verdad es una oportunidad menos de que la aspereza de un hombre se convierta en un acto de crueldad.

La forma más fiel del amor es el propio y sólo aquel que puede cambiar el rumbo.

No más feminicidios, no más oscuridad.
#TúNombrePudoSerElMío

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